Siento que mi primera motivación para convertirme en instructora de yoga, después de 1 año y medio de práctica constante, fue sin duda el hecho de ver cómo transformó mi vida entera; comencé primero por sentirme bien físicamente, luego intenté y experimenté realizar “viajes astrales”, con la ayuda de libros, sin saber que aquellos momentos previos de máxima concentración también podían llamarse “meditaciones guiadas” , a través de repeticiones de mantras, respiración constante y fluida (pranayamas), conceptos que en ese momento de “practicante” no sabía cómo llamarlos y que luego del instructorado comencé a entender y analizar.
Siempre hubo dentro de mí muchas preguntas relacionadas con el yoga, el por qué se decía que era más que una práctica física y por qué no era considerado un deporte, sino una disciplina.
Dentro de mi práctica personal comencé a vivenciar y sentir cosas “diferentes” en savasana; comencé a visualizar colores, adormecimiento profundo de mi cuerpo, que era muy cercano a sentirse dormido, pero con tu subconsciente activo y alerta, como si te despojaras del cuerpo físico y sólo quedara tu energía; todo esto sumado al beneficio físico y control corporal que comencé a adquirir a través de la práctica diaria, me hizo sentir que debía sí o sí compartirlo con el mundo entero. ♥
Luego, dentro de mi formación como instructora, una de nuestras “tareas”, era comenzar a impartir clases en paralelo a nuestro estudio anual, a gente de nuestro círculo cercano, para poder adaptarnos y fluir de mejor manera al estar dictando una clase, fue así como descubrí que amaba con todo mi corazón enseñar, motivar, guiar y ayudar a otros en su camino espiritual, al igual que en sus dolencias físicas y emocionales, comencé a nutrirme a través de ellos para mejorar mi sadhana y de repente me ví envuelta en un mundo completamente diferente, pero que a la vez me parecía muy cercano e íntimo, donde realmente mi alma encontraba regocijo y paz, ya que no era tan sólo una práctica física, sino también una ayuda para mi crecimiento personal y espiritual.
Cada clase que imparto se transforma en la mejor parte del día, donde siento que puedo contribuir en algo en las vidas de cada alumno que llega a mi sala, es una atmósfera y vínculos únicos que se generan entre el maestro/alumno, donde predominan la confianza, entrega, paciencia y amor, ya que ellos confían en ti para avanzar y se entregan de lleno a este momento presente.
Sin duda siento que cada día que pasa le doy más peso y realidad al Sankalpa que escribí al inicio de mi instructorado, que fue el de “poder aprender y ayudar a los demás”. Cada día que pasa agradezco a Dios, al universo y energía por permitirme descubrir el camino del yoga, que sin duda es el camino que mi corazón y alma necesitaban para florecer y crecer tanto interna como externamente… Namasté.
Susana Gutiérrez López Instructora Vinyasa Yoga en Estudio Triskel y clases particulares en Providencia. IG: @su_poweryoga